Mi nombre es Fabiana y soy la hija menor de mis padres Rosa y Diego. Tuve una infancia y adolescencia feliz. Curse estudios en la universidad del trabajo de Uruguay. Me considero una persona alegre y ruidosa. Conocí a mi esposo y formamos una familia en el año 2000. Le dimos la bienvenida a nuestro primer hijo Nahuel y en el 2002 decidimos emigrar a este hermoso país (los Estados Unidos). Llegamos a Nueva York el 12 de mayo y era el día de la madre. Estuvimos algo más de año y medio y luego nos mudamos a Wisconsin. No fue fácil mudarnos, puesto que la barrera del idioma era muy fuerte, pero nunca bajamos los brazos. Amamos este país desde el primer día que llegamos. En el 2005 llegó nuestro segundo hijo Santiago ya nos establecimos ese mismo año en nuestra casa. En mi hogar, vivimos mi esposo, mi hijo Santiago, mi mamá, mis 4 perritos Mia, Pinky, Fiona y Pepe, y los bebés hurónes de Santi.
Fabiana con su esposo e hijos.
Siempre me gustó mucho poder ayudar a la gente, pero esa idea se me intensifica más por el hecho de ser inmigrante y lo que se nos dificulta el acto más sencillo pero en otro idioma. Entonces fue cuando me presentaron a CCmáS y Planned Parenthood fue como hacer un resumen de lo que quería hacer con las personas y que era ayudar, educar, y guiar a personas como nosotros inmigrantes y personas que recién llegan poder darles la mano para guiarlos, en cómo deben de hacer determinadas cosas, como recibir asistencia médica etc. Siempre estoy aprendiendo algo nuevo en CCmáS !Y eso me encanta! Soy promotora de salud con muchas experiencias vividas.
A todos nos tocó atravesar una terrible pandemia con Covid. Me tocó trabajar muchas horas durante la pandemia. En cambio a otros les tocó estar en sus casas como le sucedió al resto de mi familia, y solo tener muy poco contacto con otras personas o la escuela por internet. A todos nos dejó muchas secuelas emocionales, físicas y económicas entre otras. Definitivamente el encierro nos afectó a todos, el temor a todo lo desconocido que era el virus en sí y las consecuencias que acarreó.
Mi hijo Santi hoy con 18 años, no estoy segura si fue durante la pandemia o al finalizar, empezó con un comportamiento raro podría decirlo. Estaba alejado de la familia, se pasaba encerrado en su dormitorio, no quería hablar mucho y más bien era un comportamiento hostil. Yo atribuía esto a su adolescencia, sus cambios de humor, su encierro, sus ganas de dormir todo el día, batallaba mucho para lograr que fuera a la escuela a tiempo, y todos los días era un nuevo reto. Yo me frustraba mucho y peleaba mucho con él, en realidad peleaba conmigo misma porque de él no recibía ninguna respuesta. Se siguió cerrando más y más cada día, no encontraba la manera de acercarme a él, era muy frustrante, yo quería que sacara su licencia de conducir, que buscara un trabajo, que fuera al gimnasio, que saliera con amigos, pero nada lo motivaba lo suficiente.
Fabiana y su esposo con una mesa de CCmáS en un parque.
Un día, de esos tantos que no se levantaba en hora para ir a la escuela, no se ni como descubrí, que usaba marihuana. Yo me enfurecí con él, y le pregunté porqué lo hacía, qué le pasaba, él se abrió y me contó lo triste que se sentía desde hacía ya más de 1 año y que la marihuana lo hacía sentir un poquito mejor por un rato. En ese momento sentí como todo hacía sentido sobre su comportamiento, comprendí que estaba en DEPRESIÓN, fue como que si se me hubiera caído una venda de los ojos y entendí muchas cosas, recuerdo sentirme tan mala mamá por no haber podido ver esas señales, esa situación antes. Enseguida le deje saber que no era su culpa, tome acción y llame a su doctor, le hicieron pruebas y le confirmaron una depresión profunda. Fueron días muy oscuros para mi familia y para mi. Como promotora ya había escuchado y ayudado a muchas personas a buscar ayuda por la misma situación.
Fue sorprendente saber cuanta gente de todas las edades estaban pasando por lo mismo que mi familia y al abrir mi corazón y sentimiento, las personas pudieron contarme lo que estaban pasando y realmente no sentí que estaba sola en esto. Mucha mucha gente sufre depresión y aún tienen miedo o vergüenza de hablar, esto es algo que se debiera de hablar sin tabúes, ni prejuicios porque la depresión no tiene sexo, color, edad o religión. Los doctores nos pueden ayudar de muchas maneras y no quiere decir que estés loco, como muchas veces escuche por ahí. Empecé a escuchar y a familiarizarse con las palabras de SALUD MENTAL. Los profesionales nos pueden dar terapias o la medicación si se necesita. Así fue la ayuda que recibí para Santi. A nosotros como padres nos hacen sentir y entender que no siempre tiene que haber un culpable, que es un desequilibrio químico, o un problema sin solucionar, o un desamor o una perdida y a veces no es nada de eso y sólo pasa. El doctor nos dijo que esto era una pandemia silenciosa, tenemos que entender que no estamos solos, que el simple hecho de hablar nos aligera, nos libera, tal vez no hay que tener vergüenza de pedir ayuda o de recibirla. Es importante estar alerta de nuestros hijos de todas las edades porque como dije antes, no es que sea de una edad específica y a los niños también les da depresión.
Santi con sus bebes hurónes.
Es duro de entender por qué uno piensa que un niño no debería de sucederle, ellos deben de vivir su niñez a pleno y sin preocupaciones. Pero la realidad es que no discrimina ninguna edad y hago esta referencia porque hay muchos niños pasando por este problema en silencio y sin recibir ayuda. Debemos estar alertas a todos los cambios que veamos en nuestros hijos y en nuestros familiares y amigos, aparte de la ayuda que nos brindaron los profesionales, también nos podemos apoyar de cosas que nos hagan sentir bien, cómo hacer deportes, a otros se les da las manualidades, o un sin fin de cosas. Con Santi fueron sus mascotas o sus bebés como le decimos. Tiene 3 hurones que se llaman Hurrapica, Popo y Toto y son su vida. Ellos le dan mucho amor y él también a ellos. No sólo son perros de apoyo emocional, sino que cualquier animal que te haga sentir la seguridad, o estabilidad emocional que dan determinados animales hay que dejarnos querer. Hay que abrir nuestro corazón.
Hoy puedo decir que mi hijo va en la dirección correcta, puedo decir que ya es el mismo Santi de antes de la depresión que lo disfruto y que él está disfrutando su vida con proyectos para su futuro. Ahora trabaja, estudia, sacó su licencia y cada día está mejor, no voy a mentir y decir que todo es un cuento de hadas y que no hay altibajos en el día a día, pero los superamos, o tratamos de hacerlo, que si hay un día gris estoy más preparada y estamos juntos como familia, ya más informados de cómo manejar determinadas situaciones, a salir adelante. Es un proceso largo, no hay una varita mágica para desaparecer los problemas y tampoco de un día para otro se puede dejar la medicación y decir ya estoy curado/a es un proceso largo y hay que ir de la mano con ellos. Como mamá me siento muy ¡¡FELIZ!!
Quiero que la gente sepa que acá siempre voy a estar cuando necesiten una palabra de aliento. Cuando sólo quieras alguién que te escuche o si simplemente necesitas un hombro para llorar o para reir sepas que puedes contar conmigo como promotora, amiga ,conocida o extraña. Ahí estaré porque supe lo que fue estar perdida y me pudieron guiar, que sepamos que aunque no somos profesionales de la salud, tenemos herramientas para ayudar o brindar apoyo y que sepan que siempre hay una salida y aunque veamos que la tormenta es grande siempre sale el sol.
Fabiana y Consuelo en un estacionamiento con suéteres de CCmáS.